jueves, 3 de septiembre de 2015

NAGARJUNA Y LA "NO DUALIDAD"



NO HAY DUALIDAD más allá de la ilusión de la mente errada.
Para el filósofo Nagarjuna no hay dualidad incluso entre Samsara y Nirvana ¿Qué quiere decir esto? Que no hay separación ni oposición real entre una realidad y otra. ¿Acaso el Nirvana no es el fin del samsara? Realmente el samsara solo es un punto de vista de aferramiento al sufrimiento, un punto de vista errado de la realidad. Nirvana es la misma realidad desde un punto de vista justo y recto, y por ende el fin del sufrimiento.
De manera que samsara y Nirvana son dos puntos de vista distintos de la única realidad, uno errado y causante de "·dukkha",(Sufrimiento) y otro el fin de "dukkha",(Fin del sufrimiento) la dualidad solo existe en el pensamiento (punto de vista) sobre la misma realidad.



Nagarjuna consideraba su postura como una vuelta hacia la enseñanza central del Buda, por lo que no se le puede considerar fundador de una nueva escuela o fundador del Mahayana pero si uno de los maestros hindúes de más importancia para esta tradición.
El objetivo de la metodología de Nagarjuna era, el rechazo de puntos de vista extremos y transmitir las enseñanzas del Buda como el camino del medio. Especialmente se servía para ello de una explicación detallada del concepto de la vacuidad (sunyata) que está directamente relacionado con el concepto de interdependencia mutua “(skrt. pratityasamutpada).
Para explicar “sunyata” con argumentos lógicos, Nagarjuna expone los fenómenos a un análisis profundo. Sólo porque los fenómenos son vacíos, éstos pueden surgir o desvanecerse, argumenta Nagarjuna. Y sólo porque son vacíos, el sufrimiento puede ser superado por medio de las cuatro venerables verdades y el camino Óctuple. Si los fenómenos no fueran vacíos no habría desarrollo y el mundo sería estático, sin cambio, una especie de “congelado hasta la eternidad”. Pero teniendo en cuenta la impermanencia del mundo está claro que esto no puede ser verídico. En lugar hay algo que sea permanente. Y por eso, concluye Nagarjuna, no hay ninguna parte algo que no sea vacía.

Siendo así todas las cosas son sin ser propio (nairātmya), sin entidad propia (asvabhāva) y vacías (SUNY), ya que por su dependencia de factores condicionantes no disponen de una existencia propia (svabhāva)

Así como el carro no es sino una colección de partes: bastidor, varas, yugo, ruedas, etc; el ser humano, como el resto de las cosas, no es sino una colección de realidades elementales, materiales y espirituales que, todas juntas, constituyen su seudoidentidad. Al margen de todos esos (que sí son reales), tanto el hombre como el carro tienen sólo una existencia imaginaria, una existencia que no es tal.

Para Nagarjuna el mundo justamente por esta falta de existencia propia, no puede ser un mundo del ser sino de un cambio continuo. Las cosas no son, sino que pasan, como una melodía que no es otra cosa, que una combinación de tonos. Las cosas no pasan absolutamente a la existencia, dado que su nacimiento depende de circunstancias y esta dependencia hace imposible encontrar una primera causa, una raíz palpable. Se pierde en la infinita tela de la interdependencia. Los fenómenos no existen eternamente, no vienen de la nada para luego volver al mismo nada donde han venido. Debido a su condición de vacío, los fenómenos no existen ni son no-existentes.
Al asumir cualquier reclamo de que haya algo que exista, a veces utilizando la lógica y a veces la retórica, Nagaryuna demostró que no podría ser así. Cualquier insistencia en que algo existe, si se analiza, cae en sus propias contradicciones. Entre las dos afirmaciones, que algo existe y que algo no existe, reside la verdad del origen dependiente o la “reciprocidad del ser”, que al carecer por completo de cualquier esencia fija, final e irreducible, es en sí mismo “vacío”.
El Mula-madhyamika-karika inicia con ocho negaciones muy famosas:
Rindo honores al Completamente Despierto,
el maestro supremo que enseñó
la doctrina del origen relacionado,
la dichosa cesación de las construcciones fenoménicas del pensamiento.
Dentro de ésta, cada suceso se caracteriza porque:
no hay origen, no hay extinción,
no hay destrucción, no hay permanencia,
no hay identidad, no hay diferenciación,
no hay algo que llegue a ser ni algo que deje de ser.
(Adaptado de Íbid., p. 39)
Estas negaciones son un intento de superar nuestra tendencia innata por asir una visión estática de la realidad y de ayudarnos a captar el flujo dinámico esencialmente ilimitable que es el origen dependiente.
Todo depende de condiciones
De acuerdo con Nagaryuna, el mundo de los fenómenos sólo existe y tiene significado en un sentido convencional (o relativo). El mundo convencional es “real”. Aun cuando no sea una invención de nuestra imaginación, es radicalmente impermanente. Los fenómenos carecen de existencia inherente, todo depende de condiciones pasajeras. En el nivel relativo, tiene mucho sentido decir que una propuesta determinada es verdadera o falsa y, en este nivel, el mundo fenoménico, incluyendo todas las enseñanzas del Buda, tiene validez. Tal es el mundo de la verdad relativa. Por otro lado, la verdad absoluta es la verdad de la total ausencia, en cualquier espacio, de cualquier forma de existencia inherente. Comprender esto significa soltar todo apego ilusorio y lograr el nirvana, la liberación completa. Sin embargo, no se trata de un mero asunto intelectual y sólo puede ocurrir mediante una ardua práctica espiritual. Esta práctica sucede dentro del contexto del mundo convencional. Por lo tanto, abordamos lo absoluto por medio de lo relativo, cuyo valor, en consecuencia, es inestimable.
Aquéllos que no conocen la diferencia entre las dos verdades no podrán entender la profunda naturaleza de las enseñanzas del Buda.
Si no nos apoyamos en las prácticas cotidianas comunes (es decir, en las verdades relativas) no se podrá expresar la verdad absoluta. Si no nos aproximamos a la verdad absoluta no alcanzaremos el nirvana.
"Un shúnyata concebido erróneamente puede arruinar a un necio. Sería como sujetar mal a una víbora o efectuar un hechizo de manera equivocada" (Íbid., 24-9-11, p. 146)

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